El cerebro y el intestino están siempre en contacto, conversando constantemente a través de vías endocrinas, inmunes y neuronales que llevan y traen mensajes claves para la vida. Esa interconexión es fundamental para la salud y cuando algo falla ahí, pueden aparecer problemas y enfermedades. Como el síndrome de intestino irritable (SII), una compleja dolencia digestiva vinculada a distorsiones en esa red de comunicación. Este trastorno, que afecta al 5% de la población y merma profundamente la calidad de vida, se caracteriza por presentar frecuentemente dolor abdominal y alteración en las deposiciones, sea en forma de diarreas o estreñimiento.
